Siguiendo con el relato de nuestra historia, llegamos al año 2016.

Hacía un año que no sabíamos nada de nuestro único cliente de vajilla en ese momento y, de repente, recibimos una llamada. Había habido cambios en Carpe Diem: ahora había un nuevo chef, Rodrigo Hurtado.

El primer proyecto que hicimos con Rodrigo fue los pinchos de brocheta. La excelencia en la presentación de los platos llega al punto de fabricar unos pinchos de brochetas especialmente diseñados para el restaurante. Causaron tal furor que muchos clientes se los llevaban como recuerdo de la experiencia y era habitual ver chicas con el cabello recogido sujetado por los pinchos. Suerte que el jefe de compras se lo tomaba con humor.

Este proyecto puede parecer muy sencillo, pero hay muchas cosas a tener en cuenta a la hora de diseñar un pincho de brocheta, entre ellas, el hecho de que se pueda sujetar sin quemarse.

Rodrigo es un enamorado de la madera y de la cerámica artesanal, lo que se nota en las piezas que desarrollamos juntos.

La primera fue la presentación de los currys, con una base de madera maciza en forma de gota/pétalo de flor y dos boles de cerámica donde se presentan el curry y el arroz.

Le siguió el plato de las quesadillas: un mix entre los estilos oriental y mejicano. Una pieza apilable con una base con patas muy japonesas y unas divisiones en forma de flor de loto para un plato típico mejicano.

Con Rodrigo reversionamos el plato para Kobe con piedra caliente, cambiando completamente el estilo del plato: ahora es más grande, para incluir el jardín de vegetales que acompaña a la carne, se cambió el material de la base, antes de cerámica, ahora de madera y se cambió la forma de la piedra caliente, ahora es una impactante flor que “flota” sobre la madera.

En esta etapa también se diseñaron y fabricaron una serie de platos de cerámica de líneas orientales, con una estética característica: piezas gruesas, de forma cuadrada o rectangular, de gres refractario negro, con los bordes decorados con líneas que recuerdan a la caligrafía japonesa.

Una carne como el chuletón de Nebraska necesitaba un plato especial, y se lo dimos. Creamos un plato de cerámica muy rústica, con mucha fuerza, con patas, para darle un aire más elegante, y con los compartimentos para la carne, la salsa, la guarnición.

Rompiendo completamente el concepto clásico de plato para sushi, creamos la pieza para el surtido de niguiris. Un surtido de lujo que necesitaba una presentación espectacular. Elegimos el metal dorado, que queda tan bien en un ambiente como Carpe Diem, con un diseño que recuerda a las algas del mar y al movimiento de las olas.

Y cuando sabes que un chef tiene debilidad por un cierto material, le ofreces los tesoros que te encuentras. Y así salieron unas únicas 7 piezas de una madera que teníamos guardada desde hacía muchos años, a la espera de tener una buena idea para aprovecharla. Era algo así como un trozo de rama, metro y medio de madera de una tonalidad misteriosa y de un árbol que nunca supimos identificar (preguntamos a expertos y tampoco nos lo supieron decir). Unas rodajas anchas de madera donde emplatar los niguiris de 2 en 2, que recuerdan a las antiguas maderas de corte.

Y continuamos caminando, acompañando al grupo CDLC en su andadura.